No sólo en los seres humanos; también en la mayoría de las especies de mamíferos son las hembras las que tienen una longevidad superior a los hombres. Sin embargo, hasta ahora existen teorías diversas para tratar de explicar este fenómeno, cuyas causas no están claras al cien por cien. Una nueva investigación japonesa sugiere que la 'culpa' podría estar en la parte del genoma que heredamos por vía paterna.
Para demostrarlo, el equipo de Tomohiro Kono, director del Instituto de Investigación Nodai, con sede en Tokio, diseñó ratones de laboratorio creados a partir de dos madres, es decir, sin rastro de genes masculinos en su genoma. Para ello, tomaron un óvulo de ratones de sólo un día de vida y lo manipularon genéticamente para que se reconvirtiese en esperma. Mediante transferencia nuclear, trasplantaron dicho material en otro ovocito de ejemplares adultos a los que se les había extraído previamente el núcleo y obtuvieron de ahí un embrión de ratón que implantaron posteriormente en el útero de una 'madre de alquiler'.
Los ratones nacidos por esta técnica (a los que llamaron 'ejemplares bimaternos') carecían por tanto de progenitor masculino y fueron criados exactamente en las mismas condiciones que otro grupo de ratones normales, tal y como describen sus autores en las páginas de la revista 'Human Reproduction'.
La comparación entre ambos grupos les demostró que los ratones 'huérfanos de padre' vivían 186 días más de media que los ejemplares normales; lo que supone aproximadamente un tercio más. Se trata, según explican los autores, de la primera evidencia que demuestra que algunos genes del esperma pueden influir de alguna manera en la longevidad de los mamíferos.
'Genes de la longevidad'
Concretamente, le echan la 'culpa' al gen Ragrf1, que se expresa habitualmente en el cromosoma heredado por vía paterna y que es responsable del crecimiento posnatal. Sin embargo, como reconoce Kono, no se puede descartar que existan otros 'genes de la longevidad', también implicados en que las mujeres vivan más tiempo, pero aún no descubiertos.
En otro de sus experimentos, los investigadores comprobaron el peso de los roedores a los 49 días de nacer y, posteriormente, al cabo de 20 meses. Los animales que carecían de genoma paterno eran más delgados y, además, tenían un sistema inmune más reforzado que sus compañeros. A su juicio, esto tiene también su explicación genómica, relacionada con la selección reproductiva.
"Mediante un mayor tamaño, los individuos machos maximizan sus posibilidades de reproducirse, algo en lo que realizan una fuerte inversión que resulta en una longevidad más corta. Sin embargo, las hembras, no se esfuerzan tanto en estos comportamientos tan costosos y reservan su energía para dar a luz y cuidar de la descendencia", concluyen en su trabajo.
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