La fibrosis quística es una enfermedad multiorgánica, ya que afecta a distintos órganos y sistemas. La forma clásica y más habitual es la aparición de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), insuficiencia pancreática (con posibilidad de que derive a pancreatitis) y elevación de cloro en el sudor. El estado nutricional de las personas afectadas influye de manera concluyente en el curso de la enfermedad y en su calidad de vida.
Si el problema proviene del páncreas, éste tiene las funciones limitadas, se reduce la secreción de agua, bicarbonato y enzimas. Esto conduce a una mala digestión de grasas y proteínas. En consecuencia, aparecen los primeros síntomas digestivos, como la diarrea crónica con esteatorrea (grasas en heces), creatorrea (proteínas en heces) y la disminución de la absorción de vitaminas liposolubles (A, D, E, K). En estos casos, es conveniente el aporte extra de vitaminas y de enzimas o fermentos pancreáticos. Estos últimos garantizan una buena digestión y una dieta sin restricciones.
El especialista valorará la necesidad de tomar un suplemento de ácidos grasos esenciales y de ácidos grasos omega 3 por su papel como compuestos antiinflamatorios de la función pulmonar. Los suplementos específicos de minerales como el hierro siguen a un análisis bioquímico para establecer el tipo de suplemento, la dosis y la duración del tratamiento.
Para estimar la necesidad de una intervención nutricional específica, se han de valorar diversos factores, que se dan de forma aislada o conjunta, como la disminución de la ingesta, el aumento del gasto energético, el ascenso de las pérdidas digestivas, el proceso de recuperación nutricional o la frecuencia de infecciones respiratorias.
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